Mi segundo viaje a Nueva York, cómo aprendí de mis errores y saqué partido a mi experiencia

Ya sabes cómo fue la historia de mi primer viaje a Nueva York. Me fui solo, sin dinero, sin teléfono móvil, me perdí y llegué de madrugada al Bronx. También sabes todo lo que aprendí de aquel viaje.

Si no sabes de qué te estoy hablando, pincha aquí.

Pues resulta que pasaron un par de años desde mi primer viaje a Nueva York. Ahora tenía pareja (mi primer viaje fue poco después de separarme de la madre de mi hijo).

Pues bien, a esta chica (mi nueva pareja) le hacía un montón de ilusión ir a Nueva York. Había soñado con ello toda la vida y no había ido porque era del grupo de personas que creen que hay que gastarse una millonada para ir allí.

Ya sabes que yo gasté (invertí) solo 600€ en total. Eso incluía el vuelo de i/v desde España, el alojamiento por una semana, y todo lo que gasté allí durante esa semana.

Si no sabes cómo lo hice es por que no has leído mi historia. ¡Es alucinante! Pincha en el enlace que te dejé arriba, joder, y léela, que te vas a divertir un rato.

A lo que íbamos. Que la chica se moría de ganas por ir, así que me la llevé en plan romántico y demostrando el hombre de mundo que estaba hecho.

Reservamos un vuelo. Esta vez fueron 270€ cada uno, ida y vuelta, con equipaje de 20kg incluido.

Y, para no dar excesivos rodeos, e ir más o menos al grano, te diré que el viaje fue diferente al anterior. Fue mucho mejor.

Yo todavía no era el hombre de éxito que soy. Aún no estaba en la lista Forbes…

No, ahora enserio, no soy tan rico, pero mi vida había mejorado notablemente en ese monento, ahora es mucho mejor, y tiene toda la pinta de que va a seguir siendo mejor.

En fin, yo ya no era el muerto de hambre del primer viaje. Comimos en restaurantes, entramos en todos los sitios que quisimos (museos, espectáculos…), fuimos de compras, comimos en restaurantes, tomamos copas en los mejores rooftops de la ciudad… ¿he dicho que comimos en restaurantes?

Lo mejor es que, aunque ella estaba perdidísima y alucinadísima, yo sabía exactamente dónde estaba todo, cómo llegar a todos lados sin perderme, dónde estaban las mejores cosas para ver, qué errores no cometer, que encantadores y poco conocidos rincones visitar… ¡Era casi un experto guía turístico!

Y todo eso fue gracias a mi primer viaje.

Recuerda, en mi primer viaje fui solo, sin dinero, sin experiencia, sin teléfono móvil, con miedo…

Y es que para crecer y alcanzar el éxito deberás enfrentarte al miedo, deberás hacer las cosas con miedo y deberás superar tus miedos. Hacer las cosas con miedo es una herramienta poderosa para romper las barreras de nuestra zona de confort.

Al enfrentarnos a situaciones que nos asustan, aprendemos a manejar el estrés y la ansiedad, habilidades necesarias para el éxito en cualquier ámbito de la vida.

Cuando nos atrevemos a actuar a pesar del miedo, se nos abren puertas a nuevas experiencias y posibilidades que de otro modo permanecerían cerradas. Si no hacemos algo por miedo, no ganamos experiencia, no aprendemos, no crecemos, no vivimos.

Si tienes miedo, hazlo con miedo.

Por otro lado, otra de las peores costumbres que tenemos es la de postergar, esperando el momento perfecto para actuar. Sin embargo, comenzar con lo que tenemos y no esperar a que todo sea ideal es crucial para nuestro crecimiento y éxito.

Esperar al momento perfecto suele ser una forma de perfeccionismo que nos paraliza. La realidad es que las condiciones ideales rara vez existen. El perfeccionismo no solo retrasa nuestro progreso, sino que también puede generar ansiedad y frustración. Al actuar con lo que tenemos, nos liberamos de esta trampa y comenzamos a avanzar hacia nuestros objetivos.

Comenzar con los recursos disponibles nos proporciona experiencia valiosa. Cada paso, por pequeño que sea, nos enseña algo nuevo. Este aprendizaje práctico es invaluable, ya que nos permite mejorar y ajustar nuestras estrategias sobre la marcha. La experiencia acumulada nos acerca más a nuestros objetivos de manera eficiente y efectiva.

Empezar ahora, con lo que tenemos, nos permite adelantar el camino hacia nuestras metas. Cada acción que tomamos es un paso más cerca de donde queremos estar. Este enfoque proactivo nos coloca en una posición de ventaja, permitiéndonos aprovechar oportunidades que de otro modo pasarían desapercibidas.

Si yo no hubiese hecho mi primer viaje a Nueva York, por miedo o por no ser el momento perfecto, me habría perdido dos cosas: ese maravilloso primer viaje y las cosas buenas del segundo viaje, fruto de la experiencia de mi primer viaje.

Si hubiese esperado el momento perfecto, simplemente no habría sido el momento perfecto. Al ser igualmente la primera vez, me habría perdido, no sabría orientarme ni moverme por la ciudad, habría cometido los errores propios de una primera vez, no habría sacado provecho de las cosas buenas aprendidas por una experiencia anterior…

Es decir, esperar al momento perfecto no habría cambiado mucho las cosas en comparación con el viaje que hice sin estar preparado.

Mis viajes a Nueva York son solo un ejemplo. Lo importante son las ideas que obtenemos de estas pequeñas historias y cómo aplicarlas en otros ámbitos de nuestras vidas.

En conclusión, hacer las coas aunque tengas miedo, y hacerlas con lo que tienes e ir ganando experiencia y habilidades por el camino, son dos pasos necesarios para alcanzar tu máximo potencial y vivir una vida plena y satisfactoria.

PD: No tengo ni idea de qué te voy a hablar en mi próximo post, ¡así que no te despistes y presta atención a mi blog!

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